Hace pocos días, la revista Science publicó un artículo explicando los resultados de la investigación que los científicos han llevado a cabo sobre el neutrino que chocó contra una capa de hielo de la Antártida. Esto ocurrió el 22 de septiembre de 2017 y el IceCube, un bloque de un quilómetro cuadrado que contiene unos 5.000 detectores empotrados en el hielo, percibió como la colisión creaba una partícula subatómica conocida como muón y grabó el destello resultante. Este hecho alertó a los científicos porque indicaba que se trataba de un neutrino con una carga de energía superior a la habitual, es decir, su procedencia era lejana.
Después de la investigación, ahora sabemos que el neutrino provenía de la galaxia TXS 0506+065 que está situada en la constelación de Orión, a unos cuatro millones de años luz. Concretamente se trata de un blazar, es decir, una galaxia en espiral con un agujero negro en su centro que gira a gran velocidad y absorbe demasiada materia a la vez. Por este motivo, lanza chorros de partículas a velocidades muy elevadas que son lo que conocemos como rayos cósmicos.
Hasta ahora solo se tenía conocimiento de que las estrellas que implosionan en supernovas o las galaxias que chocan podían producir rayos cósmicos, ahora los blazars se añaden a la lista. Además, los estudios demuestran que el neutrino captado tiene una energía veinte veces superior al acelerador de partículas más potente del mundo y la galaxia TXS 0506+065 es la más luminosa del Universo conocido. Sin duda, desde el Observatorio compartimos la satisfacción de este descubrimiento porque, poco a poco la astronomía nos permite saber más sobre objetos que hasta ahora eran invisibles, como los agujeros negros.
Aquí encontraréis el enlace con más información: El origen de los neutrinos